6 de diciembre de 2011

Los acólitos ladrones.


     No se por qué, pero lo hice. Un domingo hace unas tres semanas, el sacerdote de la iglesia donde acostumbramos ir a misa los domingos no tenía acolito. Yo me di cuenta hasta que el padre fue caminado por el cáliz para ponerlo sobre el altar. Ya era media misa. Agarré al Rafita por el cuello, a Malusita por el brazo y que me los llevo conmigo; me veían como diciendo “Y ahora ¿Qué te picó?” Le di a la Malusita una canasta para que pidiera limosna.
     -¿Qué hago? –me dijo angustiada.
     -Ya has visto como se hace… hazlo.
     Ya estábamos frente a todos, no podía negarse. Afortunadamente llegó una señora que le dio las instrucciones precisas. Me subí con el Rafilla a la parte del altar, justo cuando el padre acababa de hacer su oración a la ostia y usaría el vino y el agua. Le di a mi hijo la charola con los líquidos y le dije que se acercara al padre, esperara las vasijas y se regresara. Pobre, estaba temblando. Se regresó con una cara de alivio, satisfacción y alegría, que me dejó a mi muy contento.

***

     Yo tenía unos ocho o nueve años y me daban envidia; estaban allí, paraditos, ayudándole al padre y siendo parte de la misa. Un día, cuando terminó la misa del domingo, me armé de valor y me acerqué.
     -¿Puedo venir a ayudar a la misa? –Le pregunté al señor que parecía que mandaba.
     -Sí, vente mañana a las siete para decirte lo que hay que hacer. –Me respondió amable. Salí corriendo feliz.
     El lunes me recibieron los acólitos “veteranos” y me “bautizaron”. Pipe y Manuel me llenaron de “perjumito”: Agua, leche y loción que tenían en el frasco unos dos meses “añejándose”. Olía espantoso y ese día no pude acercarme a ayudar, solo ver. Cuando el padre Tomás acabó la misa, me dijeron que fuera a saludarlo ya a presentarme. Lo hice y al olerme me preguntó:
     -Ya te bautizaron ¿verdad? Hueles a “perjumito”. Bienvenido. –Me dijo revolviéndome el cabello.
     Estuve yendo casi a diario durante unos seis años. Era yo un acolito de la Divina Providencia de Venustiano Carranza. El párroco de la iglesia era el padre Madrazo, un cura ya muy anciano, hombre de muy buen humor. Siempre que acababa la misa, le teníamos que llevar los canastos de las limosnas hasta su oficina. Confiaba mucho en la gente. El ambiente era muy bueno como es costumbre en niños de esas edades. Los primeros días fueron de aprendizaje. El jueves no fue ningún otro y me tocó hacer la misa a mi solo. ¡Graduado! Llegó el viernes y comenzó el trabajo duro. Había dos bodas ese día. Para los que no conocen esa iglesia por dentro, les informo: Atrás, debajo de la escultura del Padre que esta encima del altar, que antes era de color natural y que ahora esta horrorosamente pintada de colores, hay un sótano; en ese sótano se guardan las alfombras que poníamos a los padrinos y a los novios en el frente. Había que subirlas y ponerlas; subir también los reclinatorios y las sillas de padrinos y novios. Para esas celebraciones nos teníamos que vestir de “monaguillos”, muy lindos con nuestra sotana que tenía unas hombreras rojas y nuestro cinturón también rojo; acompañábamos al padre a recibir a los novios hasta la puerta con el depósito de Agua Bendita y el hisopo o aspersorio con el que se les recibía. Cuando la misa acababa, y para recibir los novios de la que seguía, inmediatamente salíamos a barrer el pasillos de honor que quedaban lleno de flores, las alfombras de padrinos y novios, y después… nos íbamos tres a “barrer” la entrada, uno muy cerca del novio, otro cerca del papá del novio y el tercer cerca del papá de la novia, viéndonos entre nosotros, vestiditos de monaguillos. A una señal entre nosotros, nos acercábamos al que le estábamos haciendo marca personal.
     -Señor (Al novio) ¿no nos da una propina para los que le adornamos la iglesia para su boda? -¡Demagogia pura!
     Y azótate con la lana, y como tenia enfrente a la noviecita, pues a quedar bien. O como los papas de los novios estaban con los amigos, que estos no pensaran que había miseria. El chiste es que casi todos “cooperaban”. Nos repartíamos las propinas el sábado en la noche, cuando ya no habría más bodas en el fin de semana. Con parte de ese dinero, nos turnábamos domingo a domingo para que alguien de nosotros disparara las frutas después de la misa de 1:30 pm el domingo en el carrito que se ponía en la esquina de la iglesia. Esa misa la daba el padre Madrazo. Como todo en el sistema de libre mercado, había fines de semana que no sacábamos ni un centavo de propina, pero el gusto por la fruta del domingo lo teníamos muy arraigado. ¿Qué hacíamos? Bueno pues… la oficina del padre Madrazo estaba lejos… teniamos las limosnas en nuestras manos... íbamos solos… las frutas estaban apetecibles… “trabajábamos” como locos… y pues… ¡pero solo era lo justo para comprar las rebanadas de sandia y ya…! ¡Nadie nos veía…! Bueno, ningún ser humano de carne y hueso…  ¡Me acabo de acordar que nunca confesé ese pecado! Ya me imagino al confesor: “Hijo mío, robar está mal, ¿a quien le robaste?” ¡Ni maíz! Se que las treinta y seis horas de arresto en el purgatorio nadie me las quita ya.
     Los martes nos quedábamos media hora después de que cerrábamos, hasta que oíamos el timbre del padre Madrazo. Nos llegábamos hasta su oficina y nos sentábamos los tres con caras de angelitos.
     -Muchachos, aquí tienen lo de su semana. –Y nos daba $30.00
     ¡Que desvergonzados éramos! Pues con todo y nuestra desvergüenza, con ese dinero nos íbamos a cenar a un pequeño restaurante que estaba cerca de la iglesia o unas hamburguesas. Fue también un lindo tiempo.

***

     -Mira mijo –le dije al Rafita-, ahora ponte esta toalla en el brazo, con la mano derecha toma el agua y con la izquierda toma la vasija; ve con el padre, va a poner las manos arriba de ella y le tienes que echar agua, después espérate a que se seque y te vienes.
     Mis tres mujeres veían la escena desde abajo contentas. Malusita estaba muy engreída por haber recogido la limosna. Le guiñé un ojo. Allí nos quedamos arriba. Las campanadas de la consagración las di yo, Rafita no se animó. Le dije como tomara la charola de la comunión y donde se la pusiera a la gente. “Como si fuera una cuchara cuando comes”.
     -Acompáñame papi. –Me dijo suplicante.
     -No, eso te toca a ti, yo ya lo hice muchas veces. Mantén siempre la charola en su lugar, después llévasela al padre al altar para que él la limpie.
     Ni remedio. Acompaño al padre abajo… ¡pero agarró mal la charola! Nada que hacer ya. Solo vi que al pobre le estaba costando cada vez mas trabajo llevar la charola al cuello de las personas, se estaba quedando sin fuerzas. Afortunadamente terminó sin incidentes y le dio la charola al padre y se fue conmigo.
     -Ahora llévale solo el agua y él te va a poner el cáliz, le pones agua hasta que él te diga, recoges la charola y te vienes.
     Esto paso sin contratiempos. Cuando el padre armó el cáliz, lo mandé para que lo recogiera; el chaval estaba tomado confianza ya al final; el saber que yo lo dirigía le ayudó.
     Casi al finalizar la misa, el padre le habló y le hizo que le fungiera de atril para dar la bendición final. A mi eso nunca me gustó, pero al Rafilla sí. Ni hablar. Se acabó la misa y nos bajamos. Él iba muy contento.
     -Papi, ¡Te acuerdas de todo!
     Y yo... Feliz.


I N V I T A D O.
    
     Y sí, era natural. Como dijo mi comadre Alicia, "algún día me tenía que tocar". Hay otra persona que es natural que esté en estas entregas de los viernes. ¿Aventuras juntos? Por cientos. Mi compadre-hermano Germán Margain Parra.



3 comentarios:

  1. Rafa, que bonitos recuerdos y que amena manera de relatar

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  2. Compadre ...
    Ciertamente me acuerdo de ese oficio que tomaste en aquellos tiempos, cual era el nombre del Sacristan?, creo que era tocayo tuyo, no estoy seguro. Recuerdo querer seguir tus pasos, pero la verdad no tenia material para serlo, pero bueno, fueron buenas andanzas, y que bueno que aprovechaste para compartir con tus hijos la experiencia bien adquirida en aquellos dias.
    Toda una experiencia para mi ahijado, que bueno que se dio la oportunidad, asi, en vivo sin preparar, lo mismo para Luisita (ahi la llevo), tambien para que sepan que no es lo mismo estar frente al toro que estar en la barrera ... Ole !!!

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  3. me asusté solo de ver el titulo, me dije y ahora de que me voy a enterar? Jaja, pero fueron ladrones muy sanos, solo travesuras de niños, y Dios que lo ve, mas bien ha de haber sido algo agradable igual le sacaste una sonrisa ante tantos problemas, ademas de usarse en algo sano, "come frutas y verduras" y con chilito...mejor
    saludos a Rafita tiene un buen maestro y un buen ejemplo.
    También concuerdo contigo la escultura de la divina provincia quedo horrible.
    Saludos

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