15 de noviembre de 2011

El cáncer de próstata y Agustín .


ENERO 2010
     Año con año, en invierno, hay promociones en los laboratorios de Aguascalientes para que los hombres se hagan el obligatorio examen de próstata. También incluyen otros exámenes como el de orina, el de glucosa, etc.
    En enero del 2010 tomé la decisión de llevarme a un muy buen amigo que por lo demás, es ranchero y por lo mismo, muy bravo. Sabiendo eso, fui por los envases para el examen general de orina y se los llevé a su esposa la tarde del día anterior. Estos serían a las 7:00 am
     -No le digas nada del frasco hasta en la mañana cuando se despierte, para que pueda dormir bien. –Le dije a ella.
     Llegué a las siete en punto y le pité, ya sabía la que me esperaba… y pasó. Salió de su casa hecho un energúmeno, realmente muy enojado.
     -¡Pinche Rafita hijo de la Chin…! ¡Me la hiciste cabrón! ¡Ya sabes que a mi estas pendejadas no me gustan infeliz!
     -Ya Agustín, no me regañes, es por tu bien. –Le decía yo riéndome divertidísimo a pesar de que realmente él estaba furioso conmigo. Me reí aun más al ver su muestra para el examen de orina… ¡por vergüenza estaba casi vacio!
     -¿De que te ríes hijo de la rechi…? ¡Siquiera di que me salió algo cabrón! ¡Me tardé como diez minutos en el baño para poner eso aquí! ¡Y que digan que les fue bien a estos babosos!
     El trayecto de su casa al laboratorio se siguió igual, yo “disculpándome” con él, y él llenándome de maldiciones y mentadas de madre.
     Por ser en invierno, íbamos perfectamente arropados con nuestras chamarrotas. Llegamos al laboratorio y nos recibió una joven muy amable. Ella percibió de inmediato que mi amigo iba enojado.
     Comenzamos el papeleo.
     -¿Nombre?
     -Rafael Arellano.
     -¿Edad?
     -42
     Se volvió al Agustín.
     -¿Nombre?
     -Agustín Martínez.
     -¿Edad?
     -40
     Y que estallo en una carcajada que hizo que la señorita se asustara y el Agustín me volteara a ver furioso.
     -¡Ahora resulta que eres mas chico que yo! –Le dije.
     -¡A ti te vale madres eso! ¡Y no te metas en lo que no te importa! ¡La señorita me pregunto a mí! Póngale 40 años señorita y no le haga caso a este fulano que no sabe nada.
     -Enséñale tu credencial de elector a la señorita.
     -¡Que te ocupes de tus pinches cosas! Y aparte, ya me acordé de que no la traigo, si no sí se le enseño. –Dijo tranquilo sonriéndole a la señorita.
     -¿Quién pasa primero?
     -Yo amiga. –Dije comenzándome a quitar la chamarra.
     -¿Qué estas haciendo cabrón? ¿Por qué te encueras méndigo? ¿A dónde hay que pasar?
     -Es que el examen importante es el de próstata, y ese lo checan en la sangre.
     Pobre Agustín, el saber que le iban a sacar sangre lo dejó mudo. Pasé al cubículo de toma de muestras donde apenas cabíamos la muchacha y yo. Yo sentado de frente el pasillo en el que estaba Agustín que veia la operación de extracción de sangre. Vio como me ligaban el brazo y me ponían el frio alcohol. No aguantó, mejor se fue a sentar a la sala de espera que estaba contigua a la sala de toma de muestra. La muchacha estaba muy contenta con las escenas que le habíamos regalado Agustín y yo. Me sacó sangre en dos pequeños tubos de ensayo y terminó conmigo. Dolió como duelen las inyecciones, casi nada. Ella se incorporó para salir, pero le hablé bajito para que mi amigo no me oyera.
     -Amiga, no me hagas caso de lo que voy a hacer ahora, ¿ok? –Le dije.
     -Si. –Me contestó alegre. Y que comienzo mi teatro.
     -¡Hay! ¡Deprisa! ¡Hay hay hay! –hice mas de cinco exclamaciones más de un dolor fingido lo más cercanas a la realidad. Ella se tapó la boca para no soltar una carcajada. Al final solté un lastimoso.- ¡Hay güey!
     Salí del cubículo con la mejor cara de dolor que pude hacer y moviendo el brazo para “calmarmelo”. Me senté sin dejar de moverme el algodón frenéticamente.
     -¿Pase Señor?- Se dirigió a Agustín.
     -Vas. Ándale, no es mucho muy doloroso. –había que seguir machacando.
     Él se quitó la chamarra pero no habló. No lo podía hacer. Me imagino que enmudecido pensando lo doloroso que había sido para mí. Se metió. Y que comienza el calvario real. Me acerqué a oír.
     - Permítame señorita. –Le dijo a ella. Lo oí respirar y exhalar- Ándele pues, con cuidadito. ¡Hay! ¡Shhhhh! ¡Hay güey! ¡Rápido, rápido! ¡Hay! ¿Otra? ¡Ándele pues señorita! ¡De prisa!
     Cuando acabaron, la señorita, que se había portado muy profesional, salió rápido del cubículo, le urgía irse a reír lejos de nosotros. Agustín salió.
     -Pinche Rafita, pero me cae que no me la vuelves a hacer, me dolió un chingo, mendigo.
     Ya para entonces, pasado el “trago”, estaba yo otra vez burlón. La señorita regreso ya en su papel de seria.
     -Entonces, para mañana a medio día ya tengo aquí sus resultados por si quieren pasar a recogerlos.
     Al día siguiente yo fui el que pasó por los resultados de los dos: Salimos bien en todo. Se los lleve a su esposa. Le conté todo lo de el día anterior.    
     -Entonces es por eso que trae un moretón de casi todo el codo. –Me dijo riéndose.

ENERO 2011
     Le llevé el frasco a la esposa de Agustín un día antes, como el año anterior. Pasé por él a las 7:00 am, pero ahora iba acompañado de otro amigo al que le dije y accedió sabiendo que es por su bien. Pité. Salió la esposa.
     -¿Qué crees Rafita? Una de las niñas le dijo que habías venido ayer, y hoy se salió desde las seis de la mañana, que su papá le había hablado.
     -¿Le habló?
     -¡Jajajajaj! No.
     Y nos fuimos nosotros solos.
     En el de este año el paquete del antígeno prostático venía con un electrocardiograma, en el cual me salió una afectación cardiaca que contaré mas adelante.

AMIGOS HOMBRES: Mas allá del desmadre que armé con este amigo y de que la situación realmente pasó, es necesario hacernos cada año el examen del antígeno prostático; es estúpido morir por no querer saber si estamos enfermos o no. Ya no es como antes que los doctores usaban guantes de látex y lubricante para explorarnos… ¡y que bueno! Conozco un señor que después de que le hicieron un tacto prostático en la mañana, fue ese mismo día a pedir ocho opiniones diferentes… Y acabó poniéndole un depa al primer doctor que lo exploró. ¡Que fidelidad!
Cuidemos de nosotros mismos.

COLABORACION: Después de ver el éxito del articulo de Lily Ruiz, “La Capilla Sixtina de México”, quedé convencido de que fue un acierto. Seguiré con esto. Solo avisaré al nuevo "colaborador" el martes para que publique el viernes. Éste viernes invito a un amigo que se encuentra lejos y que nos vendrá bien que nos cuente algo: Gerardo González González desde U.S.A.

1 comentario:

  1. Estimado compadre, muy bueno y divertido relato, veo que en esta ocasión tocas un tema de actualidad, por fin te diste por vencido y reconoces tu verdadera edad (Aunque la que representas es mayor !!!), bienvenido al club de los chicos malos!!!jaja.

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