10 de abril de 2012

Y que se rompe la pierna…y que me quedo sin volar.

                En el verano de1993, leyendo el periódico, me entero de un anuncio que me entusiasmó. 
“APRENDE A VOLAR EL ALA DELTA (PAPALOTE GIGANTE).”
                A Pedro Julio, el amigo de todas las batallas de acá de Aguascalientes, solo fue hablarle y leerle el anuncio:
                -¡Va! ¡Por supuesto! -Dijo.
                Las clases eran en la presa Plutarco Elías Calles, a unos veinte minutos de la capital. Los instructores tenían nombres de aventureros: Erick y Brian. Yo siempre creí que el mentado “Brian” tenía por nombre verdadero Nabucodonosor, era de raza de bronce;  “Erick” posiblemente sería Juan o Lupe. Gitanazos, sin mas  oficio que le de vivir la vida sin preocupaciones.
                La presa Calles es enorme. Antes, San José de Gracia, que es el municipio en el que se encuentra la presa,  era un lugar en el que producían y exportaban mano de obra para uso de los americanos. Al gobierno estatal anterior, le dio por instalar allí el “Santuario del Cristo Roto” en un intento de ayudar a la economía de la zona. Las cosas que hacen los gobiernos de “tratar” de ayudar, son un fracaso… éste no. Es un santuario evidentemente falso, mentiroso, pero que llenó los fines de semana de visitantes y florecieron restaurantes, fondas, hotelitos y servicios “playeros”. Cuando íbamos a practicar no había nada de eso, solo un restaurantico. El día que llegamos, al no haber nada más que hierba, localizamos inmediatamente el enorme y colorido papalote. Saludamos, nos presentamos y pagamos nuestra aportación.
                Las primeras clases eran armar y desarmar el papalote, ¡fácil! Nos dieron la explicación científica de porque el armatoste volaba y no se caía. Existen cuatro fuerzas básicas del vuelo: peso, empuje, resistencia al avance y sustentación. De las tres primeras váyanse a  que se los explique Newton. La sustentación se da por que el ala delta es por arriba mas larga que en su base, eso crea resistencia, por lo que el aire que pasa por debajo, al tener menos resistencia, empuja el ala hacia arriba y eso crea la sustentación. Muy bien, ya estábamos listos, porque esa explicación, en ese momento nos interesaba lo mismo que nos interesaba la vida del marciano que los americanos tenían en sus cuartos de refrigeración en el área 51. A seguir con las clases propiamente dichas.
                Cuando una mini nave de estas está en el aire, el piloto tiene que encontrar “termales”, que son los remolinos que nosotros vemos comúnmente llenos de tierra. Hay por todos lados antes del cenit y hasta las cinco de la tarde. Como digo, unos, los pocos, los vemos, la mayoría, al no traer tierra ni basura, no se ven. Uno se “mete” dentro de ellos y trata de quedarse allí, con lo que el papalote toma mucha altura para seguir volando, pero hay que conseguir otra termal si uno quiere que el vuelo se prolongue mucho tiempo.
                Nos pusimos el arnés, nos conectamos el papalote y lo cargamos. Esas cosas deben de pesar unos treinta y cinco kilogramos. Recibimos más instrucciones.
                -Hay que esperar que el viento (que no el aire), nos den de frente. –Nos dijeron.- Esperen a que eso pase y vean lo que sucede.
                Sí, en el momento que una ráfaga de viento nos golpeo de frente, el papalote dejo de pesar y comenzó a elevarse casi solo.  Lo demás fue subir una pequeña loma y bajarla volando, subir con treinta y cinco kilos muertos y bajar planeando, extenuante pero muy divertido. Así fueron unas tres semanas los sábados, hasta que ya dominábamos el despegue y aterrizaje en corto.
                -Y lo demás, –Pregunté- las vueltas en el aire.
                -Esas, si tienes altura, son extremadamente fáciles… la altura perdona todo.
                ¡Ya queríamos estar volando! Y llegó el anuncio.
                -Señores, el domingo de la semana que entra vamos a Zacatecas a hacer el vuelo con instructor. Nos vamos temprano y salimos del Hotel las Trojes, iremos con parejas de alumnos. Pedro y Rafa comienzan.
                Zacatecas, como todos o la mayoría sabemos, está sobre cerros. Hay uno en el que están las antenas y una pequeña iglesia; allí nuestros instructores habían fabricado una rampa de despegue. Armamos el papalote que era mucho mas grande de los que habíamos aprendido a despegar y aterrizar, pues íbamos a ir en él dos personas.
                -¿Quien va primero? –Preguntó Erick que iba a ser el que volaría con nosotros.
                Fue un democrático “volado”: perdí. Pedro y Erick se prepararon y se conectaron al papalote. Cabe hacer mención que la rampa no estaba en la orilla del despeñadero, pero estaba elevada para salir volando en cuanto la corriente de aire fuera favorable. Estaban los dos esperando, hasta que llegó. Se ve la corriente de aire por unos listones puestos en unos treinta metros en línea recta, cuando los listones se alinean para uno, viene la corriente para despegar. Cuando los listones rojos se formaron, Pedro y Erick a penas dieron usos pasos y el papalote se elevó. Salieron suavemente. Estuvieron unos diez minutos volando y al no encontrar termales, tuvieron que aterrizar… también suavemente. Yo los veía desde arriba como desarmaban el aparato y emprendían el regreso. Llegaron conmigo, armamos y nos pusimos en posición esperando nuestra corriente de aire. Cuando nos llegó, dimos nuestros tres pasos y salimos, pero desgraciadamente la dirección del aire cambió bruscamente y nos ladeamos volando para abajo. El ala chocó con unos arbustos haciendo el recorrido totalmente descontrolado. Yo me solté y cerré los ojos. El aparato dio tumbos, una vuelta violenta de 180º y se quedó quieto en tierra. Estábamos seguros, lejos del despeñadero. Inmediatamente hice un recuento de mis dolores y no percibí ninguno agudo. Solo el estar sofocado porque Erick quedó arriba de mí. Intenté quitármelo, pero en ese momento comenzó a gritar, él sí, de dolor; ¡se había roto la pierna! Al verlo solo con esa lesión, afortunadamente, pensé “Ya me quedé con la ganas de volar”. Sí, tuvieron que desarmar mientras yo me quitaba las espinas de un cactus que literamente arranque, creo, con mi pantorrilla.
                Ya en Aguascalientes, a Erick le diagnosticaron fractura de peroné en el IMSS. No los volvimos a ver. Ellos regresaron al DF y yo me quedé  con las ganas de volar. Ahora no lo voy a hacer nunca, lo que pasó con el accidente es una excepción, pero tengo a mi esposa e hijos. En ese tiempo podía matarme si se me daba la gana… ahora no.



3 comentarios:

  1. Si volaste ... solo algunos metros pero lo hiciste, ya es una palomita más a los pendientes, a las cosas por hacer.
    Desafortunado incidente, pero dicen que las cosas pasan por algo, ahora sabes que tienes que pensar primero en 4 personas antes de cualquier tipo de decisión que ponga en riesgo el físico, eso también es bueno.
    Finalmente como dicen por acá en el norte ... "Pa que tanto brinco, estando el suelo tan parejo"
    OLE !!!

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  2. Me acuerdo del regreso en el coche siguiendo la camioneta de los hippies y luego la llegada al IMSS.

    ¿Será Ercick? Por la posición.

    http://www.gradiente.org/galeria.jsp?dir=galeria/snmarcos2007&col=5&ancho=150&total=15&foto=DSCN4866_JPG.jpg

    ¿Y el de sombrero y lentes obscuros es Brian?

    http://www.gradiente.org/galeria.jsp?dir=galeria/snmarcos2007&col=5&ancho=150&total=15&foto=DSCN4868_JPG.jpg

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  3. A que Compadrito con razón te acuerdas de esta anécdota y te sale la expresión de satisfacción....¡Y que despierto con el pelao sobre mi!!! y que despierto todo sofocado??? Parece que fue una experiencia inolvidable!!ja

    Un gran abrazo Chato, saludos.

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